miércoles, 27 de octubre de 2010

Cosas que jamás debés hacer en el supermercado

1. Decile no al pescado

Comprar pescado en el supermercado es como pedir pastas en una parrilla: un error conceptual. Las secciones de pescadería suelen mostrar meros, lenguados o corvinas con los ojos hundidos y sin brillo. Ningún súper, con tantos artículos y rubros, puede prestarle al pescado la atención que reclama. Si no querés que todos los peixes tengan el mismo gusto, mejor andá a una pescadería.

2. Desconfiá de la fruta

Pocas cosas engañan tanto como las frutas del supermercado. Por ejemplo, las manzanas que se muestran relucientes en la góndola, se ven opacas y desalmadas en tu heladera. Ocurre que, como suele pasar un largo tiempo entre su cosecha y su llegada al súper, las frutas no son cortadas en su punto justo y llegan o demasiado verdes, o sobre maduradas. Así, los kiwis están duros como piedras, y las manzanas, pastosas.

3. Ojo con los lácteos

Cuando elijas yogures, postrecitos, cremas, mantecas y quesos blancos, siempre buscá los envases que están al fondo de la góndola. Picarones, los supermercados ponen en primera fila los productos con fecha de vencimiento más cercana. Si querés que los lácteos, te duren más tiempo, estirá el brazo y hurgá entre los potes de atrás.

4. Ni se te ocurra pasar por la rotisería

Lengua a la vinagreta de anteayer, buñuelos de acelga fritos en aceite viejo, supremas de pollo de origen desconocido, ravioles rellenos de vaya uno a saber qué. Las supermercados se abastecen de los productos que no logran vender en góndola para cocinar barbaridades y venderlas listas para llevar en bandejas plásticas. Un ataque a la salud. No comprar.

5. Vinos caros (y arruinados)

Ninguna compra es más impulsiva que la de un vino caro en el súper. Es principio de mes, tenés algún billete y cuando llegás a la góndola decís “para qué trabajo si no puedo darme un gusto”. Estirás la mano y agarrás un vino de los caros, de los que están más arriba. Listo: caíste en la trampa. Como tienen poca rotación, esas botellas llevan mucho tiempo allí, de pie, cocinándose bajo las luces dicroicas. Si querés darte un gusto, andá a la vinoteca.

6. El bazar es trucho

Las primeras góndolas que ves cuando entrás al súper buscan tentarte con todas las cosas que no fuiste a buscar. Que no te engañen: los precios de la sección bazar son altos y los productos mediocres. Sino, fijate en los tuppers: nunca cierran bien, dejan olor en las comidas y se rompen pronto. Para comprarlos, mejor es ir a un bazar o una casa de plásticos.

7. Nada de pickles

Cada supermercado tiene una góndola de especialidades con venta al peso. Pero jamás hay que comprar esas aceitunas fermentadas, esos pickles de cebolla y zanahoria que tienen la acidez tan volátil que te hacen llorar de sólo verlos. Siempre mejor comprar los envasados. Al menos después tendrás a quien reclamarle.

8. ¿Quesos fraccionados? Ni lo pienses

¿Te gusta que el gruyere tenga un sabor picante, que el gouda sea suave y el brie, sutil? Entonces olvidate de la venta fraccionada del súper, donde cada corte abierto tiene al menos una semana oreándose y contaminando con su gusto a todos los que están en góndola. Para especialidades, andá a una fiambrería como la gente, donde te vas a llevar exactamente lo que buscás.

9. Jamás cambies de cola

Un síndrome típico del súper, cuando llegás a la caja, es relojear a ver cuál de las colas parece ir más rápido. Todo cómputo falla cuando la viejita que tenés delante debe ir a pesar las verduras porque se olvidó de hacerlo. Ahí te sulfurás y te vas a la de al lado, que como era esperable tampoco avanza. Lo dice la ley de Murphy: lo mejor es no moverse o ir en horarios en los que el súper esté vacío.

10. Evitá los domingos

Ir a un súper un domingo por la tarde es como volver de Mar del Plata el 15 de enero. Vas a quedar empantanado en la cola de la caja, como el resto de los mortales que fueron queriendo aprovechar un descuento especial, que las tarjetas de crédito te dan cualquier otro día. Mejor esperá y andá un martes a última hora: vas a encontrar mejor surtido y saldrás en la mitad del tiempo.

11. No vayas con la panza vacía

Ir al supermercado con hambre es un muy grave error: te tentás con cada alimento que ves y terminás comprando como para llenar cuatro estómagos. Lo recomiendan dietólogos y nutricionistas: lo mejor es ir ya comido y llenar el chango pensando en cenas frugales.

¿Cuál es tu consejo para evitar malos momentos en el súper?

Por Pablo Fadel

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